
Jamás querrás transitar por el oscuro valle de las decepciones afectivas. Nada hay más doloroso que permitir que alguien a quién amas se vaya de tu vida.
Después de ese día tan difícil en que ves salir por tu puerta, no solo a tu ser amado sino a toda la historia que con fe e ilusión un día escribieron juntos. No quieres saber nada de la vida. Cierras las cortinas de tu habitación y la tristeza y el dolor se instalan en tu corazón. Una nube gris te persigue a donde vayas y como si el mundo conspirara en tu contra no solo llueve dentro de tu corazón sino también a través del cristal de tu ventana.
Pasan los días y tan solo sueñas con el feliz momento de su regreso, imaginas mil veces el instante en que te pide perdón y una nueva oportunidad; sin embargo solo la ausencia y la soledad golpean a tu puerta. Y mientras repasas sus fotografías te preguntas — ¿cuándo despertaré de esta noche oscura?, — ¿me amó alguna vez?, — ¿por qué? Simplemente ¿por qué?
Pero la vida es insistente y agobiante y como una puerta que el viento azota una y otra vez, no para de decirte ¡aquí estoy, te espero de vuelta! ¡No te consumas en el dolor, deja algo para ti!
Un día cualquiera de repente ante tus ojos como un mundo que de la nada acaba de emerger, ves que el sol vuelve a brillar, al parecer los árboles han crecido mientras tú dormías, a lo lejos escuchas las risas de los niños, el bullicio de la calle y de nuevo el café recobra su sabor. ¡Has vuelto a la vida!
Las decepciones afectivas son parte ineludible de la vida. Alguna vez tendremos, al menos con una de ellas, una cita. Pero tan solo recuerda que mientras Dios habite en tu corazón, te mostrará la luz que guie tu caminar y te permita salir fortalecido de ese oscuro momento. Nunca ni por un solo instante pienses que el dolor del desamor será para siempre.
Todas las experiencias buenas o malas llegan a nuestra vida para enseñarnos algo. Encuentra en tu dolor el aprendizaje y arriésgate una vez más, pero con la esperanza de ser más sabio y evitar cometer los mismos errores del pasado.
Nunca culpes al amor. El amor en sí mismo es bueno, es bondadoso, es la fuerza que podrá cambiar la humanidad. ¡Por eso nunca dejes de creer en el amor!

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